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En Los Ángeles, un programa de residencia para maestros crea docentes bilingües

Conor Williams | December 10, 2024



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Camino Nuevo Charter Academy

George Lee, maestro de tercer grado en Camino Nuevo Charter Academy, habla con el entusiasmo y la certeza de alguien que está donde debe estar. 

“Estoy enseñando en un barrio donde crecí”, dijo Lee. “De verdad soy una parte de esta

comunidad, o sea, siento una obligación como educador para realmente servir a las personas con las que estoy trabajando. Creo que eso es lo que me conectó más con las familias, de modo que me ayudó a involucrarme más con otros planes de estudio dentro de la escuela”.

Esto coincide con la misión del campus. Camino Nuevo es una escuela adaptada a las necesidades de su comunidad diversa y políglota, pero probablemente se entienda mejor con la flecha operativa invertida: Es una escuela que ejemplifica y refleja esa comunidad y sus aspiraciones.

El campus de Burlington, en la parte central de Los Ángeles, está situado al oeste del centro de la ciudad, en una zona dinámica y diversa repleta de activos lingüísticos y culturales. Lee, hijo de inmigrantes peruanos de origen chino, creció cerca de allí hablando español, inglés y (algo de) cantonés. La gran mayoría de los estudiantes de Camino Nuevo se identifican como latinos y proceden de familias en las que se habla español y/u otros idiomas que no son el inglés. 

Quizá no sorprenda, entonces, que Burlington —el campus principal de una red de escuelas concertadas de Camino Nuevo en Los Ángeles— diera una respuesta pionera a la persistente escasez de maestros bilingües en California. A fin de cuentas, Camino Nuevo-Burlington fue un reducto bilingüe durante los 18 años en que California impuso el mandato de enseñar únicamente en inglés. Sólo un número muy reducido de escuelas pudo conseguir exenciones de esta política y mantener encendido el fuego de la educación bilingüe en el estado. 

Cuando ese mandato se levantó en 2016, escuelas de todo el estado comenzaron la ardua tarea de devolver los idiomas que no fueran el inglés a sus campus. O, mejor dicho, empezaron a trabajar para llevar esos idiomas al frente de las aulas, ya que la diversidad lingüística de los estudiantes de California había persistido a lo largo de sus décadas como estado que enseñaba exclusivamente en inglés. En el año 2023, más del 40 por ciento de los niños de California en edad escolar hablaban una lengua distinta del inglés en casa, y la cifra es mucho mayor entre los niños más pequeños.

En Burlington, alrededor del 70 por ciento de los estudiantes están clasificados actualmente como estudiantes que aprenden inglés (o EL, por sus siglas en inglés), y esa cifra no incluye a los estudiantes que ya han alcanzado la competencia en inglés pero también hablan otros idiomas distintos del inglés.

A pesar de este abundante multilingüismo, las escuelas y los distritos de California han luchado por recuperar sus programas bilingües en los últimos ocho años. Cuando se les pregunta por qué se esfuerzan por reformar las aulas en las que solamente se enseña en inglés, los directores de estas escuelas hablan casi siempre del mismo reto que plantean sus homólogos en otras partes del país: no encuentran suficientes maestros bilingües. 

En comparación con los estudiantes de California, los maestros del estado son desproporcionadamente más blancos y monolingües. Sólo el 27 por ciento de los maestros en California habla una lengua distinta del inglés en casa. Más del 60 por ciento de los maestros de California son blancos, en comparación con solamente el 22 por ciento de los estudiantes de California. 

“Después de la pandemia, nos dimos cuenta de que teníamos que hacer algo sobre esto, porque los maestros se iban y no entraban nuevos”, explica Adriana Abich, responsable de Camino Nuevo. 

¿Cómo es posible? ¿Por qué le cuesta precisamente a California tanto trabajo crear un cuerpo docente bilingüe que refleje la creciente diversidad lingüística de su población estudiantil?

Principalmente, es porque las vías de formación del profesorado y las credenciales estatales —en California y en la mayoría de los estados— son inflexibles, caras y están diseñadas en gran medida para candidatos docentes monolingües. 

“En California, para ser maestro hay tantísimas idas y vueltas, muchos exámenes [sobre todo]”, dice Juliana Santos, directora de Camino Nuevo. “Hemos perdido algunos maestros maravillosos de gran calidad porque no podían aprobar esos exámenes”.

Para obtener una licencia de enseñanza en California, los jóvenes adultos primero tienen que completar una licenciatura, en un estado donde la matrícula y las tasas estatales superan en promedio los 45,000 dólares en las universidades públicas de cuatro años, y los gastos de alojamiento y alimentación suman miles más. Luego, la mayoría de los candidatos tienen que matricularse en varios años adicionales de formación para obtener su licencia preliminar de enseñanza, lo que a menudo añade decenas de miles de dólares más al costo total. 

Los candidatos docentes también deben completar 600 horas de prácticas (generalmente no remuneradas) y aprobar una serie de exámenes (en inglés) que abarcan desde el conocimiento de la Constitución de Estados Unidos hasta los conocimientos especializados sobre la materia y los métodos pedagógicos. Además, para poder enseñar en aulas bilingües, los candidatos también necesitan una credencial de enseñanza bilingüe, que requiere cursos adicionales y la superación de más exámenes de idiomas. 

Estos requisitos sirven a menudo como filtros de diversidad, bloqueando a los candidatos docentes bilingües que no pueden pagar fácilmente los años de estudios, las múltiples tarifas de los exámenes y los numerosos meses de prácticas no remuneradas. Incluso aquellos candidatos bilingües que son capaces de superar estos obstáculos financieros pueden verse excluidos por la necesidad de aprobar múltiples evaluaciones de acreditación de maestros en inglés, a pesar de que existe una demanda abrumadora de sus habilidades para trabajar y enseñar en español o en otro idioma distinto del inglés. 

Tal vez lo peor de todo es que apenas hay estudios que sugieran que estos requisitos de credenciales produzcan de forma fiable una enseñanza de mayor calidad —tanto en aulas bilingües como en aulas que enseñan solamente en inglés— ni mejores resultados académicos para los alumnos.

Como no encontraba el equipo docente que quería después de la pandemia, Camino Nuevo decidió formar a sus propios maestros. El otoño pasado, se asoció con algunas escuelas locales y la Facultad de Educación de la Universidad Loyola Marymount (LMU) para poner en marcha el programa de residencia para maestros AVANCE, con tres vías de residencia específicas: bilingüe, sólo en inglés y educación especial.  

“Básicamente, se trata de un programa que altera el enfoque típico [de la preparación de maestros], en el que no se cobra por trabajar. Te sientas codo a codo con un maestro y aprendes como un estudiante de magisterio”, explica Abich. “Mi principal consideración era: ¿Cómo podemos hacer que funcione para la gente de color? ¿Cómo hacemos para que, en primer lugar, la gente reciba un salario digno cuando viene a hacer una residencia con nosotros?”

Para ello, el trabajo diario de los residentes de AVANCE cuenta como horas lectivas obligatorias. A diferencia de la mayoría de los estudiantes de magisterio, reciben un salario —junto con estipendios de matrícula y pagos para cubrir las tarifas de los exámenes— para una remuneración total de casi 50,000 dólares. En cambio, los residentes trabajan con estudiantes junto a maestros mentores en uno de los campus de las escuelas participantes (sus mentores también reciben un estipendio por su participación). 

Aunque el costo de la matrícula en LMU supera los 32,000 dólares al año, la Universidad ofrece becas que reducen el costo a la mitad aproximadamente, y AVANCE ofrece una beca adicional que reduce el costo total a 8,000 dólares (o 10,000 dólares, si se desea obtener una credencial de educación especial). Los programas de becas para maestros patrocinados por el estado pueden reducir aún más los costos, siempre que los residentes pasen al menos cuatro años en el aula una vez que obtengan su credencial de enseñanza. 

Durante su año de residencia, los participantes de AVANCE realizan cursos en línea en grupo, estudian la pedagogía sensible al trauma y asisten a sesiones semanales de preparación que les proporcionan orientación práctica para sus cargos específicos —en educación bilingüe y/o educación especial. “Es nuestra manera de decir: esta es la realidad de la teoría que estás aprendiendo en tus clases”, dice Abich. “Esto es lo real”.

Para garantizar que los candidatos puedan superar los obstáculos de los exámenes estatales para obtener las credenciales de maestro, los residentes de AVANCE también reciben materiales gratuitos de preparación para los exámenes a través de una asociación con Study.com

Al iniciar su segundo año, parece que la combinación de apoyo y flexibilidad del programa está cumpliendo sus objetivos. Entre las dos primeras promociones, el 97 por ciento de los residentes de AVANCE se indentificaban como maestros de color. Casi el 70 por ciento de la primera promoción ya está aprovechando sus conocimientos lingüísticos para iniciar su carrera profesional como maestros principales en las aulas bilingües de Camino Nuevo, y otro 24 por ciento está en vías de asumir funciones de liderazgo una vez que cumplan los requisitos finales de sus credenciales.

En un estado hambriento de maestros bilingües, las residencias de alto apoyo y bajo costo como AVANCE podrían ser un camino que valdría la pena explorar. La clave, según Abich, es diseñar estos programas teniendo en cuenta los puntos fuertes y los retos específicos de los candidatos a maestros.

En el caso de Camino Nuevo, dice, “Nos centramos en nuestra comunidad. Queríamos que

la gente de la comunidad ocupara estos puestos docentes”.

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